Hoy en día podemos observar la percepción de ciertos alimentos oscilando entre dos extremos completamente opuestos: desde damnificarlos hasta otorgarles propiedades curativas.
En la era moderna en la que vivimos podemos considerar que puede deberse a una combinación de factores, que incluyen modas alimentarias, acceso a información ilimitada, información errónea o exagerada en los medios de comunicación y la falta de comprensión sobre la complejidad de la nutrición y la salud.
¿Tiene sentido hablar de alimentos buenos o alimentos malos?
Por un lado, algunos alimentos son estigmatizados como «malos» pudiendo generar rechazo, miedo y restricciones alimentarias innecesarias. Por otro lado, hay tendencia a considerar ciertos alimentos como «milagrosos» o «curativos«, lo que puede llevar a generar unas expectativas poco realistas sobre su impacto en la salud.
Es por ello por lo que como profesional en el sector, en consulta no me satisface hablar de alimentos «buenos» y «malos» ya que lo importante es adoptar un enfoque equilibrado y basado en la evidencia científica al evaluar el papel de los distintos alimentos de nuestra dieta. Esto implica comprender que no existen alimentos «bueno» o «malos» per se, sino que su impacto en nuestra salud depende de diversos factores, como la cantidad consumida, la frecuencia, las necesidades individuales de cada persona y sobre todo el contexto de la dieta general.
¿Qué factores que influyen el la percepción de los alimentos?
1. Modas Alimentarias
Las modas alimentarias cambian con el tiempo y están influenciadas por celebridades, influencers y la industria alimentaria. Estas modas pueden popularizar ciertos alimentos y demonizar otros sin una base científica sólida. Por ejemplo, en un momento se consideró que los carbohidratos eran la causa principal del aumento de peso, mientras que en otras épocas, las grasas fueron demonizadas. Sin embargo, de modo equilibrado tanto los hidratos de carbono como las grasas son macronutrientes esenciales para el correcto funcionamiento del cuerpo, y lo importante es su calidad y la cantidad en la que se consumen.
2. Acceso a Información ilimitada y desinformación
El acceso a la información ha aumentado significativamente con la era digital. Sin embargo, esto también ha llevado a la proliferación de información errónea o exagerada sobre la nutrición. La falta de regulación en la información disponible en línea permite que mitos y conceptos incorrectos se difundan rápidamente, afectando la percepción pública de ciertos alimentos.
3. Medios de comunicación
Los medios de comunicación a menudo buscan historias sensacionalistas para atraer audiencia, lo que puede resultar en la difusión de información exagerada o malinterpretada sobre ciertos alimentos. Titulares como »El superalimento que debes consumir todos los días» o »El ingrediente secreto para perder peso» crean una narrativa simplista y engañosa sobre la nutrición.
4. Falta de comprensión obre la complejidad de la nutrición
La nutrición es una ciencia compleja que abarca mucho más que simplemente clasificar alimentos como bueno o malos. Cada individuo tiene necesidades nutricionales únicas basadas en su genética, estilo de vida, condiciones de salud y objetivos personales. La falta de comprensión de esta complejidad lleva a una visión reduccionista de los alimentos, ignorando el contexto global de la dieta y el estilo de vida.
¿Qué papel desarrolla el Nutricionista-Dietista?
Como profesionales dietistas-nutricionistas, es nuestra responsabilidad educar a los
pacientes y al público en general sobre la importancia de un enfoque saludable, equilibrado y basado en la evidencia científica. Esto implica:
1. Promover la Educación Nutricional
Es esencial mantener la información actualizada y basada en la evidencia sobre la nutrición. Esto incluye desmitificar conceptos erróneos y educar sobre la importancia de una dieta variada y equilibrada que incluya los alimentos de manera proporcionada.
2. Fomentar la alimentación consciente
Últimamente está de moda el concepto de la alimentación consciente, que básicamente implica prestar atención a lo que comemos, cómo lo comemos y por qué lo comemos. Este enfoque es verdaderamente interesante ya que ayuda a las personas a tomar decisiones alimentarias informadas, reconocer las señales de hambre y saciedad y disfrutas de los alimentos sin culpa y sin ansiedad por comer.
3. Contextualizar los alimentos en la dieta general
En lugar de clasificar alimentos como «buenos» o «malos», es más útil hablar sobre cómo se pueden incluir de manera equilibrada en una dieta general saludable. Por ejemplo, los alimentos que se consideran «malos» o «no sanos» pueden disfrutarse con moderación como parte de una dieta equilibrada sin afectar negativamente la salud.
Conclusión
Por lo tanto, promover una cultura de alimentación consciente y crítica puede ayudar a las personas a tomar mejores decisiones informadas sobre su alimentación, evitando caer en extremos y creando un enfoque más equilibrado y sostenible en el tiempo hacia la nutrición y la salud. En lugar de hablar de alimentos «buenos» y «malos» es más apropiado referirse a ellos como más nutritivos o menos nutritivos.
Por lo tanto, al adoptar una visión integral y basada en la evidencia científica, ayudará para contribuir a una mejor comprensión de la nutrición y, en última instancia, a una mejor salud y bienestar, pudiendo tomar decisiones satisfactorias y disfrutar de todos los alimentos dentro de una alimentación global.